sábado, 11 de enero de 2014

23, un número salao

Esta vez también vestido a juego, que de lejos parece un peto (¿un petó?). Sólo que este traje no es tan feico. Parecía el redactor jefe de un periódico, eso sí.

En la anterior entrada me acordaba de las enfermedades que le suelen aparecer al jefe por estas fechas. ¡Caramba!, se las ha dejado en herencia al soso de Berto. ¡Vaya faringitis guapa!. La idea del hay que trabajar estés como estés, está en todas las profesiones. Me siento más tranquila cuando me encuentro como la bayeta de un pub de adolescentes y no me puedo permitir el lujo de quedarme en la cama.

Buen programa y buena semana en general. Me lo he pasado bien.
Este último ha sido como el encuentra tu pareja. El soso contra el lerdo (si está difícil desatar una cuerdecita, no me lo imagino desabrochando un sujetador a ciegas). Los Morancos contra Los Chunguitos. Que por cierto, yo vi muy claro que era el divorcio.

Sigo sin entender la sección de Marc Giró. ¿Morreo accidental? Hace como que trata temas supernormales, que sólo están en su mundo piruleta. No así Jorge Ponce, que mientras sacaban a Berto de la fiesta de la hipertensión, tenía que rellenar espacio. Pon un norcoreano y ríete de sus mierdas. A ver... esos tios tienen armas de destrucción masiva, y lo único que tiene En el aire es un alto porcentaje de entretenimiento másIVA (21% en concreto). ¿Cómo pensamos contraatacar? ¿matándolos de risa?. Propongo enviar un humorista de distracción, uno que parezca sin emoción, ¡resucitamos a Eugenio!, chiste a chiste los desmoralizamos y ZASCA.

Tengo dentera de pensar en masticar lana. Y me desata una duda: los que no tienen dientes ¿tienen dentera?. Alguien debería saberlo.
Me dejó con el culo torcío el adelantamiento por la derecha de Andreu. ¿Orinarle la lengua a tu hijo para salvarle de un hierro helado? O_o Ni punto de comparación a ponerte un emplaste de fango con orín en una picadura. Lo siento pero acaba de lapidar en la normalidad todas las barbaridades que haya soltado Berto hasta ahora en el programa.
Hay una cosa que hoy me fijé y me siento absurda. Al principio, cuando se gira para decir "estamos en el aire", sentí como si me lo dijera a mi. Jajajajajaj (echando gotita). Claro, a mi y a otros miles de espectadores. Pero el caso es que ¡ay!, me siento taladrada por ese dedo. Como un profe que te saca del ensimismamiento y llamándote por el apellido, te invita a salir a la pizarra para dejarte en evidencia ante tu falta de conocimiento sobre la lección.
¿Y al final? Pues al final me tira un besín. O sea, que nos lanza un beso. Que digo yo, podria pasar un poco de lengua por la cámara y ya todos nos sentiríamos morreados accidentalmente.
Petó. Como mi campaña de Regala un Besín, que también petó en el tiempo al ser algo ¿imposible?.

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